EL HOMBRECILLO DE PAPEL
Era una mañana como otras muchas, y una niña jugaba en su
cuarto. Jugó con un tren, una pelota y un rompecabezas. Pero de pronto se
aburría de todo. Entonces hizo un hombrecillo de papel de periódico. Y estuvo
toda la mañana jugando con él. Por la tarde, la niña bajó al parque para jugar
con sus amigos. Iba con ella el hombrecillo de papel, que se mostraba muy feliz
y quería que los niños estuvieran contentos.
Por eso, el hombrecillo de papel comenzó a contarles
historias que sabia. No obstante, sus historias eran historias de guerra,
catástrofes, miserias… y los niños se quedaron muy tristes. Algunos se echaron
a llorar. El hombrecillo de papel pensó: lo que yo sé no es bueno, porque hace
llorar a los niños. Y echó a andar solo por las calles. De pronto vio una
lavandería. El muñeco de papel dio un salto de alegría y entró. Aquí podrán
borrarme todas las cosas que llevo escritas. Todo lo que hace llorar a los
niños. Al salir blanco como la nieve. Planchado y almidonado como un niño de
primera comunión. Dando saltos se fue al parque.
Los niños le rodearon muy contentos y jugaron al corro.
Cuando quiso hablar… no pudo. Se sintió vacío por dentro y fuera. Y muy triste
volvió a marcharse. Caminó por todas las calles de la ciudad y salió al campo.
Y entonces, de pronto, se sintió muy feliz. Comenzó a
empaparse de todos los colores y de palabras nuevas y hermosas. Cuando volvía
hacia el pueblo se llenaba igualmente de las expresiones y rostros de la gente.
Y volvió con los niños.
Les habló de todas las personas que trabajaban por los
demás, para que nuestra vida sea mejor, más justa, más libre…la voz del
hombrecillo se hizo muy suave cuando les habló de las flores, de los pájaros,
los peces y…los rostros de los niños y del hombrecillo de papel de periódico se
llenaron de sonrisas. Y cantaron y bailaron cogidos de las manos.